El testimonio tiene íntima relación con el Evangelio, anunciado con la palabra y con la vida. Significa un compromiso.
El testimonio tiene varias dimensiones: la comunicación de lo que se ha visto y/u oído, tiene valor jurídico: atestigua; y la dimensión ética: testimonio y compromiso de lo anunciado, sin importar las consecuencias.
Antes del Vaticano II existía la concepción de “Iglesia Universal” con un único pastor “El Papa”. Después del Vaticano II la Iglesia esta visión cambió reconociendo el verdadero servicio de los Obispos: pastores de la Iglesia local confiada a Él, y el auténtico valor de
la Iglesias locales que conforman Una Iglesia, Santa, Católica y Apostólica.
La Iglesia no es “construida” por la autoridad, ni por lo administrativo ni jurídico, sino por la presencia del Espíritu, por la Palabra, por la Eucaristía.
Sin embargo, en la Pastoral diocesana no faltan las dificultades, como el centralismo de Roma, la falta de teología práctica episcopal, falta de planificación, entre otros.
Entre los agentes pastorales de las diócesis se pueden mencionar los movimientos y comunidades, la vida religiosa y los sacerdotes.
Por último, para que se dé una pastoral en conjunto debe haber agentes responsables, acciones claras a realizar, la realidad concreta a la que apuntan y las estructuras necesarias.
Los movimientos apostólicos son organizaciones especializadas de apostolado seglar. Han aportado a
la Iglesia su sed misionera, el llevar el Evangelio a lugares menos pensados, manifiestan la concretez de vida del Evangelio, su opción por los pobres, su espiritualidad desde la vida y el valor de la organización, entre otros aportes.
Las “Comunidades”, por su parte, comienzas después del Vaticano II, por un deseo de autenticidad de fe viviendo todo lo de
la Iglesia, en torno a
la Palabra, con relaciones interpersonales afectivas y efectivas. Algunos tipos de comunidades: neocatecumenales (intento de revivir la primitiva Iglesia), Pentecostales (experiencia fundamental de oración) y Populares (alternativa de organización en
la Iglesia)
Tiene su fundamento en el servicio de Cristo, por lo que es fundamental en
la Iglesia, tanto el servicio al Reino, como seguimiento de Cristo y como liberación del ser humano. El servicio no se puede dar aparte de la evangelización, porque tiene un carácter sacramental: realiza la obra de salvación que significa. Éste se debe dar tanto al interior de
la Iglesia como hacia fuera de ella misma.
El servicio a los pobres no “canoniza” la pobreza sino su motor que es el amor.
La Comunión es el clima donde se da toda acción pastoral. Como Dios es comunión,
la Iglesia tiende hacia ella, entre sus miembros y con el mismo Dios. El romper la comunión con Dios, rompe también la comunión con los hermanos, y viceversa.
La comunión es un don, regalo de Dios Trinidad, Comunión en el Amor, y a la vez una tarea que implica la entrega de sí mismo para alcanzarla.
La Catequesis, es una de las acciones misioneras de
la Iglesia, es educar en la fe desde la vida. Su fuente es Cristo y su Evangelio, teniendo elementos de pedagogía que favorecen alcanzar su objetivo.
Hay diferencia al hablar de “catequístico” y “catequético”, el primer término hace alusión a la actividad, el segundo a la reflexión.
La catequesis se da “en la comunidad”, participando de las celebraciones.
La acción catecumenal se realiza para aquello que han aceptado la fe y quieren participar “activamente” en
la Iglesia. Es la iniciación a todo lo que vive
la Iglesia: Palabra, servicio, celebración, vida comunitaria y misión.
La Iglesia debe ofrecer este servicio según las distintas edades de quienes lo requieran. Esta acción es la que comúnmente se llama: Catequesis.
La Palabra en la acción pastoral es de gran importancia porque señala explícitamente lo que los “gestos” representan. La autocomunicación de Dios se produce por medio de
la Palabra, siendo Cristo su manifestación más plena, quien nos “desvela” el rostro de Dios. Entonces, Palabra y Vida se dan juntas.
Por ello, la homilía, una de las acciones pastorales de
la Palabra, tiene por objetivo que los fieles comprendan
la Palabra, celebren el misterio y entregue “luces” para vivir
la Palabra y el misterio celebrado.
En la Pastoral Litúrgica se vive y conmemora el Misterio Pascual de Cristo, en virtud de la acción del Espíritu Santo. La celebración litúrgica es actualización de la Nueva Alianza: hace referencia al pasado (Misterio Pascual), al presente en que la salvación se actualiza, y al futuro escatológico de plenitud. Ésta no se agota en la misma celebración con la participación conciente y activa de la comunidad, sino que se prolonga en la “evangelización” que realizan los miembros, viviendo aquello que han celebrado.
Por otra parte, es necesario que se dé la catequesis antes de la acción litúrgica, para celebrar aquello que se cree. Por cierto, la liturgia no agota la vida espiritual, a su lado está la oración y los ejercicios espirituales.
La liturgia es la cumbre a la que tiende toda la actividad apostólica, pero es también la fuente de donde brota la fuerza para la misión, es especial: la Eucaristía.
Iris Inostroza Rivas 
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