La evangelización es el “proceso” por medio del cual se anuncia al mundo

la Buena Nueva de Cristo, con la palabra y de obra. Como la evangelización se da en un momento determinado y en una cultura concreta, es necesario establecer el “mejor modo” de realizarla: cómo, cuándo, qué método utilizar, con que medios y qué implicancias.

La Evengelli Nuntiandi, explica la estrecha relación que se da entre Iglesia y Evangelización.
La Iglesia: es enviada por Jesús a evangelizar, se evangeliza a sí misma, es depositaria de

la Buena Nueva y envía a los evangelizadores. El anuncio debe ser explícito, dándose tres etapas: acción misionera, para aquello que “no conocen” a Cristo; acción catecumenal, para los que quieren acoger la fe; y acción pastoral para profundizar el misterio.

El Concilio Vaticano II, fue el gran impulsor del “diálogo” en
la Iglesia, al interno y con la sociedad entera. Éste se concibe como una discusión en apertura y sin reservas en torno a un tema común. Para ello es necesario que se dé una conversación abierta, libre y tolerante, en sinceridad y confianza, buscando la verdad entre interlocutores que convergen en ciertos valores. En él no cabe el dogmatismo, el creerse en la posesión de la verdad absoluta o el elegir un mal momento. Es necesario la búsqueda de un acuerdo y no de “convencerse” mutuamente. Junto con ello requiere de iluminación.  El diálogo pastoral impulsa a mirar la vida a la luz de Dios, siendo necesario ayudar a “retomar” el diálogo consigo mismo, con sus hermanos y con Dios.

El cristiano entiende por “misión” todo aquello que pueda ser transformado por la acción salvífica del Evangelio. Y ésta es intrínseca a
la Iglesia, por ser el encargo que Cristo le dejó. De ahí que todo bautizado es responsable de comunicar, de palabra y testimonio, aquello que él ha descubierto.  Por cierto, no sin dificultades en la realidad concreta que se vive de materialismo y olvido de lo trascendente. De todos modos existen distintos “grados” de ser misionero: por ser bautizados, laical o religiosa, la del magisterio y su palabra magisterial.

El primer ministerio (servicio) que se reconoce en la Iglesia es el encargo a los doce de “hacerse cargo” de la comunidad. Esto en  virtud de haber estado con el Señor y de ser “enviados por Él”. Se reconoce también el encargo a Pedro, “cabeza de la Iglesia”. Luego,  el servicio “diaconal”, para atender a las viudas y necesitados. Y otros tantos servicios en bien de la edificación de la comunidad, y siempre al servicio del Señor. Con ello, antes del Concilio Vaticano II, el ministerio eclesial estuvo estructurado en torno a obispos, presbíteros y diáconos. Después del Vaticano II, el servicio se amplió también al mundo laicas, encomendándole tareas específicas.

División del ministerio ordenado: Episcopal, presbiterado y diaconado. Su servicio específico es: el anuncio de la Palabra de Dios, la presidencia de las celebraciones sacramentales y el pastoreo de la comunidad.

El ministerio es un servicio, el Episcopal es el máximo grado, de dirigir la Iglesia. Por ello debe velar por la edificación de la Iglesia local a él confiada, mantener y atestiguar fielmente la fe apostólica y la unidad a
la Iglesia universal.

El ministerio de Presbiterado, hace presente a Cristo Sacerdote, para evangelizar y presidir la Iglesia de un lugar determinado.

Al ministerio de diaconado permanente se le ha confiado el servicio de la Palabra, de la caridad y de la liturgia. Son casados, que realizan trabajos civiles y pueden tener una vida políticamente activa porque su misión es “reavivar” el servicio social.

Estos tres ministerios son un don del Espíritu y están llamados a edificar la Iglesia local.

Los agentes de la acción pastoral son tres: los laicos, religiosos y el clero.

Los laicos viven su vocación a la santidad, y su actividad pastoral, en profesión o trabajo y en la realidad que le toque vivir.

Los religiosos, desde sus distintos carismas, mantienen la tradición eclesial y comunitaria de
la Iglesia, trabajando en comunión con laicos y el clero.

El clero, desde su ser y actuar, está llamado a la edificación de la comunidad eclesial.

La palabra “laico” designa al creyente que no pertenece al clero, y aparece recién en el siglo III.

En el desarrollo histórico de la Iglesia, el laico desarrolló siempre un papel “secundario” con respecto al del clero. Esto fue así hasta el Concilio Vaticano II, donde se consagró la teología del laicado. El Concilio señaló que el laico bautizado participaba también de los “oficios de Cristo”: sacerdote, profeta y rey. Señalando que clérigos y laicos tienen sus respectivas responsabilidades dentro de la Iglesia, cada uno desde la realidad que le toca vivir.

Ahora bien, como «laico» se define en contraposición al clérigo: “el que no es”, lo más correcto sería utilizar el nombre de “bautizados” o simplemente “cristianos”.

La palabra “laico” designa al creyente que no pertenece al clero, y aparece recién en el siglo III.

En el desarrollo histórico de
la Iglesia, el laico desarrolló siempre un papel “secundario” con respecto al del clero. Esto fue así hasta el Concilio Vaticano II, donde se consagró la teología del laicado. El Concilio señaló que el laico bautizado participaba también de los “oficios de Cristo”: sacerdote, profeta y rey. Señalando que clérigos y laicos tienen sus responsabilidades dentro de
la Iglesia, cada uno desde la realidad propia que le toca vivir.

Ahora bien, como laico se define en contraposición al clérigo, como “el que no es”, lo más correcto sería utilizar el nombre de “bautizados” o simplemente “cristianos”.

Los modelos de acción pastoral son la programación metódica de las actividades. Se distinguen cuatro modelos de acción pastoral:

Tradicional: piramidal, centrado en la liturgia y en la parte espiritual del ser humano, es realizada por los sacerdotes, la caridad se vive en forma individual.

Comunitario: comunidades de base,
la Iglesia es pueblo de Dios donde todos son partícipes, la comunidad es signo vivo de salvación.

Evangelizador: centrado en la transmisión de la palabra porque el “ser cristiano” no responde a una auténtica fe, es más bien sociológico. Presencia de
la Iglesia testimonio.

Liberador: surge por la injustita personal y estructural que se vive, dialoga con el mundo; se preocupa por la situación social que hay que transformar. Se centra en la catequesis para la liberación.

El Concilio Vaticano II significó, también, una nueva comprensión la
la Iglesia como comunión: “
La Iglesia es misterio de comunión de los hombres con Dios y de los hombres entre sí”. No se puede hacer una reducción de esta realidad.

Si bien es cierto, la comunión no es sólo esfuerzo humano, sino que Dios también la quiere y nos regala su gracia para alcanzarla, es menester nuestro esforzarnos por vivir en comunión de fe, compartiendo los sacramentos, aportando nuestros bienes: recursos humanos y materiales, tratando a los otros como hermanos, reconociendo a la cabeza visible que trabaja por la unidad de toda la Iglesia.

DESCRIPCIÓN DEL BLOG

El Blog cuenta con abundante información sobre: fundamentos teológicos de la Pastoral Eclesial y servicios pastorales en la Diócesis de Talca, principalmente. Éste es producto de trabajos realizados durante el I Semestre 2007, en el curso de Teología Pastoral UCM.
May 2024
L M X J V S D
 12345
6789101112
13141516171819
20212223242526
2728293031